Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú).
Javier Milei, argentino, porteño -no bonaerense-, capitalista, animoso de la Escuela Austríaca de economía, tildado de ultra derechista, ganó las elecciones presidenciales de Argentina por más de 11 puntos de diferencia sobre el peor ministro de Economía que han tenido los gauchos.
Milei, el peluca, como se le llama de manera coloquial, se ha manifestado en innumerables ocasiones sobre el desastre que trae la izquierda en todo lo que toca, empezando por las dictaduras en Cuba, Venezuela, Corea del Norte y otras latitudes. Ha destrozado a gritos (suele espetar, y mucho) las reformas y medidas en países como Colombia (con Petro), Nicaragua, Guatemala, Chile (con Boric) y, claro, Argentina, señalando al peronismo y kirchnerismo de castas corruptas. También a hecho lo propio con España, donde los rojos han mellado a su pueblo.
Ahora, hay un Milei que se enfrentó fervientemente contra la debacle del sistema económico, social, educativo y de la salud en su país, producidos por los sucesivos gobiernos de los esposos Kirchner y de Mauricio Macri. Indicó que abordaría como un León a sus enemigos y salvaría, reconstruyendo Argentina, desde la base, desmontando la corrupción y el estatismo. Bien, bonitas palabras.
Milei, me parece, no toma en cuenta que cualquier reforma necesita tres cosas: un partido que le dé respaldo en las cámaras (no es mayoría, solo tiene un quinto de parlamentarios). Segundo, un plan a mediano y largo plazo, pues una reforma económica no surte efecto al instante. Tercero, y quizá más trascendental, reformas legislativas, leyes para montar lo que define a su conciencia y mente política y desmontar lo que le estorba para ejercer su plan. Ahora, su esquema, según lo que a manifestado siempre, es dolarizar, cerrar varios ministerios, eliminar el banco Central Argentino, acabar con la corrupción, soslayar leyes LGBTY+, quitar asistencias del estado, vender empresas estatales y privatizar todo lo que pueda. Un asunto más que ambicioso.
Tras saber que ya está con la banda casi puesta, el peluca ha llamado a unir esfuerzos, incluso de bandos del frente, algo que dijo, nunca haría ¿Se habrá dado cuenta que, en realidad, gobernar no es solo plantear, por más plan en papel bien estructurado tuviera? Lo que esperamos los que sin ser argentinos en tierra madre (mi padre si era de Mendoza), es que suprima algunas cuestiones que no le hacen nada bien a los de la pampa gaucha, como las leyes seudo igualitarias, bonos a doquier, subvenciones hasta para los ricos (llámese hijos y familiares de los políticos) y regularizar lo más pronto posible los asistencialismos, que es dar de comer pescado, pero no enseñar a pescar.
Ayer, Milei salió por la noche y dijo que empezaba la reconstrucción de Argentina. Esperemos que su discurso se plasme en verdad, aunque cuatro años no creo alcancen para tremenda ilusión.