Terrible, terrible

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Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima-Perú).

En política se suele meter la pata, a cada rato, por cierto. La metan los partidos y sus promesas pre elecciones, cuando toman el poder y cuando lo dejan también. La meten los politólogos cuando toman postura por uno u otro y su candidato no sale electo, o peor aún, cuando sale y mete no dos, si no las cuatro.

Meten la pataza los que se cuelgan de los carros de los seudo poderosos o los vendedores de cebo de culebra y peor, meten la pata los que se alinean con medios sean estos de derecha, centro o izquierda. Lo peor que puede hacer un medio es eso, tomar partido. Porque los medios de comunicación (en teoría por lo menos) son como linternas que deben iluminar, policías sin revolver que deben vigilar y denunciar. Pero eso no parece importar a muchos periodistas.

El derrame de petróleo en las costas de Ventanilla, Ancón, Chancay y Santa Rosa ha sacado lo mejor y peor de los periodistas peruanos. Unos defienden al gobierno del prosor Castillo, atribuyendo a la empresa Repsol -cuya embarcación fue remecida por el oleaje y derivó en la catástrofe ecológica- toda la responsabilidad. Aducen que Repsol no tenía los protocolos adecuados en estos casos, que tardaron mucho en activarlos, que sus recursos ante estas situaciones eran pocas y tardíos, que es una “indudable negligencia”. Todo contra la empresa. Incluido el gobierno claro, que ha denunciado a Repsol por su ineptitud y que en cinco días debe palear este asunto.

Pero sigamos ahora con los defensores de la empresa de distribución de hidrocarburos. Han manifestado que se está atentando contra los intereses de miles de peruanos y sus trabajos si la multan por un hecho fortuito. Otras indican que si bien es un hecho lamentable “peor es consumir plástico y botar basura”. Otros se han quedado callados como una periodista de un diario dizque izquierdista, cuyo esposo es parte de los abogados que, tatatataaaa, defienden a dicha empresa. O sea…

El presidente Castillo, claro, a salido a darle con todo a Repsol, pidiendo sanciones, levantando aves muertas (terrible el cuadro, terrible), hablando en su discurso contra la empresa y su mal proceder al estilo Chavo y Cantinflas, diciendo “que no es posible que en plena crisis ambiental todavía haya sensibilidad y esperamos también que ya deje de ser insuficiente…” Hasta ahora trato de entender al chotano.

Curiosamente no hay nada sobre el estatus de la Marina, quienes son los encargados de velar por la seguridad marítima en nuestras costas y dar las alarmas pertinentes cuando sea necesario. Y no lo hizo, cuando en Chile y Ecuador las alarmas contra un posible tsunami se activaron, pero en Perú nada. Tine van den Wall Bake Rodríguez, encargada de comunicaciones de Repsol manifestó que la empresa no se puede responsabilizar del daño ecológico, pues la Marina de Guerra no emitió la alerta respectiva de tsunami. Incluso, y esto es grave, dijo que “nosotros llamamos a la Marina de Guerra y ellos sabían”. Otra vez, terrible.

Esperemos que esto no se convierta en el deporte nacional del peloteo y olvido, justo a dos días que se cumplan dos años de la lamentable deflagración de gas en Villa el Salvador y que costó la vida de 34 personas y 11 heridos, los mismo que hasta hoy no encuentran justicia. Así en mi país, terrible, terrible.