Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario.
Las ajustadas justas políticas en Perú, acarrean sentimientos encontrados, tanto en el campo de la amistad como en el trabajo. Lo que siempre sucede es que los ánimos se caldean, algunas veces se van a pique amistades de décadas o años y por último salen los trapos sucios a relucir.
Lo peor que puede hacer una persona con dos dedos de frente es caer en el fanatismo político. Este no es buen consejero -fanatismo digo- pues al final el candidato o ganador ni siquiera te conoce, sabe de tu existencia, o conoce algo de tu vida. Nada. Si embargo, hay personas, sujetos, ciudadanos que terminan incluso a golpes en plena calle, o embarrados en redes por colocar un escudo delante de cual o tal personaje político. Al final, ni un gracias recibes, de verdad.
Tengo un familiar que parece saber de una preferencia o inclinación -aún no definida, por cierto- de un candidato a presidente. Candidato al que no conozco personalmente, que me simpatiza, al que he leído, visto y escuchado en diversos medios. Me parece el idóneo, pero aún no decido. Bueno, el hecho es que ahora mi familiar deja nota, manda vía redes imágenes y demás cositas despotricando o dando información no corroborada o poca contundente de este candidato, diciendo que es corrupto, comechado o misógino, entre otros epítetos.
Evidentemente si han leído con interés al principio, sacarán cuenta que no responderé o confrontaré estas cosas, argumentos válidos para este familiar o ideas, prejuicios o lo que sea que han llevado a él/ella a decir tales cosas. Si responde seguro se arma un toletole, un mira qué, sabes, yo sabía que… no seas ignorante… mejor lee… ya vas a ver… o peor aún, hasta aquí contigo… Esas torpes y absurdas discusiones que solo merman y destruyen relaciones cimentadas en respeto, apoyo, resiliencia, empatía y mucho cariño y estima.
Si cualquiera de ustedes va a votar por N o X o Y, hazlo y listo. Tus razones tendrás. Pero no cometas el terrible error de confrontar a tus seres queridos, con tus amigos o colegas por un personaje que en tu vida conocerás, más que por televisión, foto o radio. Vota y listo. Ah, eso sí, acepta tu derrota o triunfo con hidalguía y respetando al otro, luego tómate un vino o buen café en su compañía.