Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú)
Esta semana, nuestros políticos no se han quedado cortos en regalarnos momentos que oscilan entre la risa y la indignación, dependiendo del ánimo de cada quien. Empecemos con la ¿presidenta? Dina Ercilia, quien, con esa frescura que caracteriza a quienes viven en otra dimensión, afirmó en una presentación pública que es posible comer con diez soles. Sí, querido lector, escuchaste bien: con una monedita de diez soles, puedes disfrutar un menú completo que incluye entrada, segundo y hasta postrecito. Todo, claro, bien rico y sabrosito.
Tal vez en un universo paralelo, donde los unicornios reparten anticuchos gratis, esto podría ser cierto. Pero en el Perú real, con las justas se puede armar un desayuno básico para una familia de cuatro personas, y eso con suerte. Si a alguien se le ocurre ponerle mantequilla en lugar de margarina, ya estamos hablando de lujos de la nobleza. No sé si la señora Dina habrá cocinado alguna vez en su vida (lo dudo mucho, porque una no se quema las manos cuando vive en torres de marfil) o si simplemente intentó hacer un chiste malo. Lo que sí está claro es que, según su lógica, el 40% de peruanos de bajos ingresos puede sobrevivir con 300 soles al mes. ¡Ah, con razón dice que el sueldo básico alcanza! La economía, según Dina, debe funcionar a punta de magia.
Más allá del desatino verbal, lo que preocupa es su desconexión abismal de la realidad. ¿Cómo puede una presidenta estar tan alejada de la necesidad, del dolor y del clamor de millones de peruanos? Claro, para alguien que gobierna con un Congreso servil, un entorno plagado de escándalos y una aprobación del 4% (que seguramente ella redondea al 40% para dormir tranquila), la realidad es un problema menor.
Pero no solo Dina se lleva el premio esta semana. El defensor del Pueblo, Josué Gutiérrez, decidió sumarse al espectáculo. En lugar de enfocarse en su trabajo (algo tan raro como ver un cometa Halley), parece más interesado en el destino del partido de Antauro Humala, recientemente declarado ilegal. Para los curiosos, esto no es coincidencia: su hermano es militante de ese grupo político y un cercano colaborador de Antauro. Entonces, mientras la Defensoría guarda un silencio absoluto sobre las más de 60 muertes ocurridas hace casi dos años, el señor Gutiérrez opta por ocuparse de asuntos de «interés nacional» como la suerte de un partido ilegal.
Ni un solo comunicado potente sobre los peruanos asesinados. Ni una palabra que condene la evidente violación de derechos humanos. Nada. Solo obediencia ciega al patrón… o a la patrona, en este caso.
Así, entre desatinos y omisiones, Dina y compañía planean quedarse hasta el 2026. ¿Qué nos queda? Rezarle a Diosito, porque si seguimos a este paso, solo él podrá salvarnos.