Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú).
El paro nacional nos ha dejado en jaque. En realidad, a dejado en jaque al gobierno de turno. La cereza del pastel fue la intervención a la Decana de América, la universidad San Marcos.
Cuando vimos como una tanqueta atravesaba el enrejado de la casa de estudios superior, pensé que se trataba de un golpe de estado de una república bananera, o la vuelta a la dictadura fujimorista de los noventa. Cualquier parecido con una película de bajo presupuesto es pura coincidencia. Y es que este gobierno ya no sabe como gobernar, este gobierno no tiene rumbo, y lo sabe la derecha, la izquierda y los tibios de centro.
Cualquier ciudadano que se tenga por defensor de los derechos debe repudiar lo hecho en San Marcos. NO se puede vulnerar, so pretexto de sacar a “vándalos” que han llegado de diversas regiones (miren lo que dicen, que el interior del país solo hay delincuentes) está jalado de los pelos. La rectora Jerí Ramón debería renunciar, pues hizo poco por quienes llegaron al campus y no hizo nada por impedir al ingreso de la policía, quienes ingresaron -además- sin fiscales. Otra barrabasada.
Cuando los detenidos fueron puestos en libertad, solo uno quedó tras las rejas. Un fiasco total. Las marchas y paro son parte de la libertad adquirida por la ciudadanía para expresar su rechazo o malestar por un estado quebrado. Y dar apoyo a los que marchan reside en cada peruano que desea ayudar. No podemos estar en desacuerdo en ello.
Dicho esto, no estoy de acuerdo con la incursión cobarde a San Marcos, Jerí Ramón debe irse -hace rato-, y el legislativo y ejecutivo deben encontrar la fórmula para dar paso a nuevas elecciones. Como no apruebo la matonería de cientos de peruanos que traban carreteras y destruyen propiedad privada y pública, así mismo no apruebo la toma de un centro de estudios superior. Nunca. Cada cosa en su lugar.