Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario.
No recuerdo con exactitud cuándo fue la última vez que mi mamá me dio una tunda, una paliza, una resondrada o golpe bien dado. No me acuerdo, pero calculo que a los 15 o 16 años. O sea, uffff. Pero si tengo memoria de alguna de sus frases.
Mi madre tiene 92 años, sí, 92 y está enterita, presta a darme otro chancletazo si es necesario. Lúcida, con una memoria increíble, con datos que yo -sinceramente- no recordaría ni recordaré alguna vez, con memorias de hace miles de años como le digo a ella. Es una computadora andante. También es una fanática de la gaseosa. El doctor le dijo hace 16 años: “Señora, usted tiene principio de diabetes, sobre peso, primer nivel de osteoporosis, así que, a partir de hoy, deja la gaseosa, el ají, el pollo a al brasa, las galletas con relleno, los helados y se pone a comer verduras, más ensalada, agua sola, cuatro vasos al día de preferencia, condimentos pocos y esporádicamente, leche descremada y sin lactosa… ah, importante, chequeo una vez ala año y se toma estas vitaminas”.
Ella, mi mami, escuchó con mucha atención, muchísima de hecho y le dijo: “Por su puesto doctor, lo haré”. Llegó a casa, eliminó todos los recaudos, despensas y bolsas donde guardaba sus dulces, líquidos coloridos y algunos chocolates con doble crema. Todos los sacó, chau, adiós. En casa saltamos de alegría, contentos de que mi madre cumpliera las directrices de su médico y así, poder tenerla más tiempo a nuestro lado, con una salud de roble, de rinoceronte.
Llegó su cumpleaños 76 y se sentía mal. Le faltaba el aire, estaba deprimida, sin ganas de comer, bajó cerca de 15 kilos, pero le dolían las piernas, tenía episodios de ansiedad y cólera de la nada. Se puso de mal humor constantemente, comenzó a recordar sus tiempos de “YA VAS A VER, AHORITA TE CAE, QUÉ HAS DICHO, REPITE OYE”. De vuelta al médico.
El doctor nos dijo que era normal que sucedieran estas cosas, puesto que su cuerpo se iría acostumbrando a la nueva dieta y procesos de salud que ella necesitaba. Le dio unas pastillas para la ansiedad, otras vitaminas y le dijo que en tres meses volviera. No fue necesario. A las dos semanas la ingresamos al hospital, débil, sin ganas de pararse, adormilada y con taquicardia. Diagnóstico: baja hemoglobina, disminución de sus plaquetas, emocionalmente mal y sin deseos de vivir, así lo describió la psicóloga. Ah, de yapa tenía osteoporosis nivel dos, ya no una, dos.
Después de 10 días internada, a casa otra vez, con más medicinas, más vitaminas, más terapia y más agua. Mi mamá que es directa dijo: YO CONOZCO MI CUERPO, ASÍ QUE ESE DOCTOR SE VAYA AL ….
Han pasado 15 años desde aquella oración. Mi madre come pollo broaster, gaseosa, leche común, galletas dulces, caramelos, marshmellows, torta, vino y más gaseosa. Y está más sana que yo y tú. GRACIAS MAMÁ POR SEGUIR CON NOSOTROS, GRACIAS POR EL CHANCLETAZO, GRACIAS POR SER MI MAMÁ.