Escribe Samuel Fernández Illanes, Académico Facultad de Derecho, UCEN.
No lo era desde hacía años, detenida en el tiempo, sin mística, con su permanente revolución sin resultados, y ahora último, mal acompañada por Venezuela y Nicaragua, como ejemplos tan parecidos. La activa reacción ciudadana no puede llamar la atención. Todos los males se han agudizado y sienten que no hay esperanza ni futuro.
Una lucha de hace ya 62 años, donde todo indica que finalmente no tuvo éxito. Las décadas de consignas revolucionarias siempre presentes, ahora corren el riesgo de hacerse realidad, pero no contra el eterno enemigo capitalista, sino contra el propio régimen, que no encuentra solución a nada. Las consignas del imperialismo norteamericano, el bloqueo, y la constante responsabilidad ajena, han perdido fuerza y credibilidad. Sin los Castro, su pálido sucesor no convence y sólo muestra un desastre inocultable, en cualquier ámbito que se revise. No hay logros, y Estados Unidos, el acostumbrado enemigo, se recupera y está más fuerte. Es hora de aceptar la realidad.
Los dirigentes ya no combaten contra supuestos explotadores y poderosos inexistentes, sino sólo para mantener el poder, no ser juzgados, y continuar con sus prebendas notorias, mientras el mismo pueblo que dicen representar y defender, cada vez está peor y la crisis se eterniza. Por desgracia, conocemos la reacción gubernamental, más represión, persecuciones, aislamiento exterior, privaciones, corte de las redes electrónicas, y purgas anti-revolucionarias. Lo consabido, que no hace más que oprimir y profundizar la falta de libertad y de todo. Es hora de que la comunidad de naciones que tampoco ve una salida real, con más de lo mismo, reaccione, apoye ese clamor y presione porque esta tragedia que somete a los cubanos termine.