Escribe Hugo Covarrubias, Académico Facultad de Derecho y Humanidades, Universidad Central.
Los ciudadanos chilenos necesitan generar un nuevo paradigma, un ordenamiento inclusivo, en definitiva una Constitución que termine con las lógicas impositivas desde la cúspide del Poder Político y que considere la participación de la sociedad en el rayado de cancha.
Los acontecimientos vividos en el país deben llevarnos a reinstalar las prioridades sociales basadas en lo colaborativo y no en lo individual, y por lo tanto, nuestras instituciones y quienes liderarán este proceso constituyente, deberán reencauzar sus aguas en base a la buena política, esa que se extravió en el camino de lo mercantil y la competencia desmedida.
En el marco de esta crisis, hemos visto muchas consignas pero una de ellas debe llamarnos a la reflexión: el pueblo dejó la dicotomía política de izquierda y de derecha y decretó el término de las ideologías, ya que estas se han transformado en instrumentos para favorecer intereses particulares.
Esto nos lleva a repensar el modo no solo de hacer política sino también como desde las bases y la sociedad civil, toman un rol más protagónico a la hora de decidir qué es lo que queremos o entendemos como justicia social, igualdad y dignidad.
Citando al sicólogo y filósofo Zygmunt Bauman, el diálogo comienza cuando una persona habla, piensa y siente de manera distinta a otra persona, y es en ese escenario, que para producir encuentros de posiciones y acuerdos políticos, no hay que situarse sólo desde la ideología, sino que alentar el cambio desde la participación social. A eso estamos todos llamados.