En abril nace la vida

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Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú).

Perú es un país enigmático, con una geografía variada y compleja: costa, sierra y selva, pero en realidad es costa con arena, tierra, océano, arroz, caña de azúcar, neblina, humedad. La sierra es lo mismo, con sus cumbres enormes, minerales por doquier y ríos límpidos y serpenteantes. La selva, el trópico soleado con sus meandros y bosques son la delicia de miles de aves y reptiles.

Es increíble. Sin embargo, hace unos meses El fenómeno del niño nos golpeó (aún nos da con mazo), sobre todo en el norte y costa central, causando decenas de muertos. El calor y la humedad combinada nos hacía pensar en despellejarnos, era simplemente insoportable. Ni los tres duchazos diarios eran suficientes para calmar el sopor imperante. Pero no todo es nubes negras en abril.

En dos fechas distintas , con 11 meses y 10 días de distancia dos chicos nacían. Cada cual se forjaría un carácter singular, tamaño diferente y hobbie dispar. El primero, un lector empedernido, investigador nato (cada asunto que ve y le agrada, ya está metido hasta la nariz en ello). Perdido en sus cuentos y literatura, habla todo el día de lo que aprendió, de lo nuevo que ha descubierto, de las palabras rutilantes y difíciles, preguntándome (como si fuera san Google) de cada una de estas. Siempre le digo: “tienes internet, ve”. Y sí que me hace caso. No le gusta el deporte, pero tres veces por semana se da una hora para estirarse, hacer abdominales, correr un poquito en el techo-terraza-tendedero-depósito de nuestra casa.

El otro, esbelto, con garbo, muy serio delante de sus profesores, en la calle y cuanta reunión hay. Sin embargo, en casa y con los amigos, es un clown en potencia, un prestidigitador de los chistes, con la chanza rápida y la lucidez para sacar una broma de cualquier palabra. Es un filósofo de la vida, hábil en torcer la realidad a su antojo, solo para tener la razón de lo irrazonable. Deportista nato, nadador, corre, por un tiempo artista marcial, pero ante todo arquero, goalkeeper, ataja penales, portero. Lo que más le gusta es eso, sudar, ensuciarse en el pasto y tierra, estar con moretones y heridas que a su madre le crispa los nervios. A su hermano también.

Para mí, ellos son y han sido mi tabla de paciencia y mejora en mi vida. Se han ganado mi atención absoluta, los escucho con estupor muchas veces por las historias contadas y tratadas, de lo que les pasa y lo que alucinan, sobre sus desamores, pesares y anhelos. Los dos han desarrollado en mi vena y piel lo mejor de mí.

Óscar, gracias por tus historias, pronto serás mejor que Stephen King. Mateo, no dejes de soñar con estar bajo los tres palos en Bayer Munich, yo creo en ti. Gracias por ser mis hijos, de grande quiero ser como ustedes.

Los amo.