Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú).
Hace dos semanas, el dictador Daniel Ortega, luego de excarcelar a 222 opositores, los arrojó, botó, expectoró, expulsó de su patria. Sí, los volvió apátridas, por obra y gracia de un matrimonio que asume son el rey y reina de un pedazo de tierra, de la que pueden hacer y deshacer a su antojo. Ya en su quinto período como presidente, Ortega se ha vuelto un titiritero de fuste. Encara a quienes osan hablar en contra de él, desaparece a los dirigentes políticos que no sean de su partido y por último a los líderes espirituales, en este caso a Rolando Álvarez, obispo y férreo opositor y voz crítica dentro de la Iglesia Católica, quien se ha enfrentado al gobierno subyugador nicaragüense.
Ortega, exguerrillero que luchó contra la dictadura de Somoza, no ha tenido reparos en dar a sus familiares espacios claves de los ministerios, gobernaturas y apoyar abiertamente las alcaldías donde sus allegados han postulado, relegando la tenue democracia que hay para decir que las elecciones si son libres en su país. Si libertad sugiere que postular a un cargo público significa persecución y próxima visita a una cárcel.
El dictadorcillo centroamericano, quien se casó por la iglesia hace casi 30 años atrás, ahora es su cancerbero. El obispo Álvarez sigue preso, ahora en Managua, pues se negó a irse de su país y dejar a sus connacionales. Hace un año el régimen sandinista expulsó a las congregaciones últimas que estaban dando apoyo a los barrios más pobres. La Hermanas de la Caridad, las seguidoras de Teresa de Calcuta, fueron sus víctimas en esa ocasión. Como católico me dolerá esto, pero ¿dónde estás Francisco?
Pasando a lides más al norte, hace unos días los diarios, televisoras, radios y medios digitales yanquis, informaban sobre el avistamiento y derribo de algunas “naves alienígenas”. Muchos pensaron que el Día de la Independencia comenzaba. Lo cierto que mientras algunos siguen creyendo en platillos voladores que el Hubble o Webb no han captado nunca, ese día un tren con 150 vagones llenos de sustancias super contaminantes y corrosivas se descarrillo cerca de Ohio, en East Palestina, un pueblo del cual casi no se sabe nada, y del que los medios tradicionales y aupados por el gobierno de Biden -evidentemente- no han dicho ni pío.
La tremenda cortina de humo que se cernió en medio de esta catástrofe deja en claro que la administración estadounidense actual poco o nada quiere hacer por el cambio climático, poco o nada le interesa la salud de su población y la mundial, poco o nada tiene en papel para afrontar los riesgos que supone el calentamiento global. Nada. Y también pregunto ¿dónde estás Greta?