Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú).
Esta semana asistí a la Feria Internacional del libro de Lima, la edición 26. Estaban los de siempre, cientos de stand con editoriales muy conocidas, editoriales independientes -pocos debo decir-, así como las editoriales invitadas, países que fueron protagonistas en esta edición como Portugal e Italia. También estaban fondos editoriales de diversas universidades e institutos reconocidos. De todo un poco y más.
Después de dos años de para, la feria volvía. Pero lo más interesante no fueron las ponencias o stand gigantes, ni siquiera las ofertas de libros a uno, dos o tres dólares (de tres a 12 soles). Lo que si me llamó gratamente la atención fue ver a cientos de adolescentes y jóvenes, todos ávidos de lectura. Sí, de libros.
En un momento en el que los celulares, dispositivos móviles y las tablets, o las pc en casa han mermado la conciencia de miles de personas (no solo los adolescentes o jóvenes como se piensa), ver a tantos chicos de entre 10 y 12 años hasta 20 o 25, buscar, bucear en medio de cúmulos de pastas, tapas, lomos u hojas de diversos tamaños y colores me dejó casi en lágrimas.
Hemos -me incluyo claro- desconfiado, señalado a los jóvenes en nuestros entornos, incluido en la familia, diciendo de ellos que no leen, no revisan, poco saben o peor aún, solo envían emoticones, gráficos, dibujos o memes. Lo que vi ese día en la FIL Lima fue otra cosa: cientos de chicos detrás de exposiciones, revisando libros, revistas, crónicas, novelas, preguntando por autores que desconocía, ingresando cuál lobos detrás de una presa en cada stand, tratando de ver dónde estaba “el libro”, “el cuento”. Fue revelador.
Mis hijos, lectores permanentes, también se fueron en cruzada, como si el tiempo les faltara. En su epopeya arrasaron, literalmente, con sus propinas y también mi billetera. Pero nunca es mucho ante el misterio de un libro que se abre y te deja ver su riqueza.
Hay esperanza, mucha. Un porvenir mejor parece abrirse y un camino renovado está frente a nosotros. A seguir leyendo, que nos siempre hay algo por aprender, siempre.