Bolsillo, fútbol, vacuna

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Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima-Perú).

Esta mañana mi hijo fue por el pan y un poco de salchicha. El desayuno estaba a la vuelta de cinco minutos, fácil, efectivo y rápido. Rico, claro está. En una días se jugará fecha doble por las eliminatorias, para un pasaje a Catar 2022. Seis selecciones pelean dos cupos y medio. Chile y Perú son dos de ellas. Suerte.

El pan ha subido en los últimos tres meses, pasando de 0.15 céntimos a 0.17 y luego a 0.2. Ahora está en 0.25, es decir, subió 50% en menos de tres meses. Con un sol compro 4 panes, pero en julio compraba 6. Igual pasa con otros productos como el aceite, pollo, maíz, papa, cebolla, tomate, carne y no sigo, que hago la lista en un par de páginas a doble columna. También ha subido la entrada para ver el deporte rey. Además, por pandemia, no entra más del 20% de la capacidad habitual, esto para evitar contagiosos masivos.

La vacuna ha llegado a varios rincones, tanto en Chile como en Perú. Sin embargo, en el sur se calcula entre 73% y 75% los inoculados, mientras en perulandia casi el 45%. Una diferencia grande, tomando en cuenta que se ha masificado en los últimos 5 meses. Las vacunatones han sido exitosas, se masificó el sistema, pero hay un cúmulo de personas, sobre todo entre 35 y 45 años que son reacias. Ahora, ya varias regiones han dicho que sin vacuna no se podrán ingresar a ciertos recintos y trabajo en municipalidades, gobiernos regionales y empresas privadas. Algunos lo ven como un atropello a su derecho otros como vía de cuidado hacia el semejante. Un debate abierto.

Todo esto confluye en un momento donde la información masiva, las empresas de telecomunicación y los mega gigantes empresariales han ganado miles de billones con la pandemia. Todos los ricos son más ricos, los pobres, más pobres. Eso se ve a leguas. También vemos la desidia de millones por inmunizarse, saliendo a fiestas, encuentros masivos, conciertos privados, mientras los hospitales se atestan de pacientes y muertos. Los antivacunas han hecho su trabajo, los influencers también. Incluso líderes religiosos que decían que “solo los homosexuales y delincuentes se contagiaban”. De esa jungla, varios se han muerto. Seguro eran delincuentes y lebis con palmada. Como no.

El sistema de salud de ambos países se vio colapsado, rebasado, una realidad que era latente, pero que ningún gobierno deseaba resolver, pues los intereses por privatizar y hacer de las clínicas el mejor sistema (para su bolsillo, claro es) estaba por encima de la salud pública, en otras palabras, de los menos favorecidos. Una cosa es clara, sea el partido, tendencia, sistema o ideología, siempre desean el poder para sus interés particulares. Seas de izquierda o derecha o centro o sus posibles combinaciones, siempre terminan con poder, alguito de dinero, propiedades y una empresita offshore por Islas Caimán. Que bonito. Mientras tanto, la vacuna no llega a todos, el fútbol seguirá paliando la tristeza como bálsamo suave y el pan… bueno, el pan estará en mi mesa cada mañana. Suba o baje, habrá pan, también circo.