Escribe Armando Miño Uriarte, Periodista Independiente y Docente Universitario.
No sabía cómo empezar esta columna. Estoy aún consternado, impávido por estos resultados, sin saber por dónde o cómo llegaron estos dos candidatos a segunda vuelta. Los primeros resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales a las 9 y 30 de la noche del domingo 11 de abril nos dejaron, por decir lo menos, boquiabiertos a la inmensa mayoría. Escuchar a Piero Corvetto que Pedro castillo rozaba los 16 puntos porcentuales era surrealista, casi como ver una película de Stephen King.
Estaba segundo Hernando de Soto con más de 14%. Pero horas después todo sería distinto. Keiko Fujimori, acusada de liderar una banda criminal organizada desde su partido Fuerza Popular, hija del exdictador Alberto Fujimori, exPrimera Dama que desplazó a su madre a sabiendas que la torturaban en el las mazmorras del SIN, quien cuando fue congresista solo se dedicó a pedir licencias posmaternidad y no tener una sola ley aprobada, ella estaba en carrera por la presidencia.
Semanas antes de las elecciones, tanto Castillo como Fujimori no estaban en el bolo de los dos o tres que pugnaban por pasar a segunda vuelta. Las preferencias estaban fragmentadas, nadie superaba los 14 puntos. Todas las encuestadoras daban ganadores posibles, pero ninguna a ellos, ninguna.
Aquí debemos hacer un análisis: CPI, Ipsos, CTI, IEP, Datum, todas tenían resultados disímiles, distintos, variados, como frutería surtida. Lo más curioso es que el día del flash a boca de urna, solo Ipsos lanzó resultados. Ninguna, ni una sola de las demás encuestadoras dio un resultado parecido, distinto o igual, ninguna. Esto, por lo menos a mí y otros miles, nos parece más que sospechoso. También, quiero dejar constancia que solo América Tv dio resultados con esta encuestadora, ningún canal lo hizo, nada, como si todo volviera a las oscuras telas de los 90, cuando los resultados se escondían y las cortinas de humo como pasar dibujos, novelas o películas (también sucedió este domingo) volvieran rápidamente. Un flashback increíble.
Pedro Castillo es docente, dirigente del SUTEP, el gremio de los profesores del Perú, cuyo mayor mérito hasta ahora fue estar en un par de huelgas para reclamar derechos de los profesores estatales. Vinculado con la izquierda radical, cuyo jefe de campaña y colíder de partido es el misógino y xenófobo Vladimir Cerrón, ligado a Patria Roja, que ha aplaudido al gobierno Chavista y Maduro, a la Cuba sin derechos y libertades individuales, que sale cantando el himno senderista en varios eventos, quien a expresado que su lucha es entre ricos y pobres, que va a desinstalar el Tribunal Constitucional, expropiar “si fuera necesario” algunas empresas privadas, estatizar más y contratar más estado, reponer a los docentes que no aprobaron la reforma educativa, esa que hasta ahora a mejorado al profesorado. Ese es Castillo.
Hay que decir sobre ambos dos cosas: ninguno es mayoría y su antivoto rodea el 75%. Ambos llevan una carga enorme en sus espaldas. Keiko aceptó que fue impulsiva, obstruccionista y que peleó siempre desde su trinchera para que muchas reformas nacionales no salgan, apretando a sus congresistas que, cual borregos, aceptaron y truncaron planes necesarias para que el país avanzara como estado moderno, menos informal y más fuerte. Además de las perlas mencionadas párrafos arriba.
Castillo tiene un pasado con Movadef, brazo político del grupo genocida Sendero Luminoso, no se ha desligado de su ideología izquierdista radical. Sin embargo, en honor a la verdad, ha capitalizado el voto de la gente del Ande y la Amazonía, peruanos que han sido históricamente olvidados, una y otra vez por los gobiernos de turno, con un centralismo abrasivo y mirando al mar, antes que en lo profundo de nuestro país.
Estamos en una posición más que compleja. Tendremos que votar entre la izquierda radical y la corrupción galopante. Yo no sé, quizá…