Escribe Luis Jara Tamayo, Contador Auditor y Docente Área Administración – Santo Tomás Rancagua.
No existe una empresa, por grande o pequeña que sea, que no requiera de la contabilidad como herramienta esencial para desarrollar un sistema de información y control sobre los resultados, flujos de dinero, inversiones y de los procesos.
Estamos en plena revolución industrial 4.0. Cada año se abren nuevos mercados, en un mundo integral, donde hay nuevas formas de ejercer el comercio, mercados que son afectados fuertemente por la tecnología, donde las distancias se acortan y los procesos son cada vez más automatizados, donde se perfecciona un trato con un “click” que permite generar utilidades. La tecnología es un verdadero motor para dar respuesta a las nuevas necesidades de información y formalización de un negocio.
Es este nuevo mundo, donde la pandemia ha acelerado aún más el uso tecnológico, el profesional de la contabilidad debe estar preparado para utilizar la tecnología de la información en base al conocimiento de la disciplina y su aplicación. La contabilidad no ha cambiado y nunca cambiará; la historia lo ratifica, la esencia de la teoría contable ha permanecido por siglos, lo que ha variado es la forma y debemos entender que el uso de la tecnología nos permite, en nuestro rol de contador, ser más eficaces, administrando una mayor cantidad de transacciones con menos errores, disminuir los tiempos de registro, de procesamiento y de generar informes económicos y/o financieros.
Pero no solo basta con saber utilizar un software, sino que desde la perspectiva laboral debemos conocer la empresa y sus negocios; capacitándonos constantemente en actualizaciones internas y externas, en el uso y almacenamiento de información digital. Desde la perspectiva académica, debemos aplicar herramientas tecnológicas relacionadas con la profesión como programas contables, manejo de base de datos, de comunicaciones remotas, de control financiero y de impuestos.
Desde la perspectiva personal, hay otro elemento que quiero destacar y que es tan relevante como la teoría básica de la contabilidad, es transversal a todo tiempo y es personal, me refiero a los valores éticos que debe tener el contador. En un mundo digital donde existe mucha información e intereses contrapuestos, el ejercicio de la profesión requiere que el contador sea íntegro, objetivo, independiente, responsable y muy reservado con la información que conoce y que administra.
En esta nueva conmemoración del Día del Contador, en tiempos de una revolución tecnológica, tenemos una gran oportunidad. Siempre hemos sido un factor relevante dentro de toda organización o en servicio a diferentes personas o instituciones y en estos tiempos de cambios, debemos adaptarnos y seguir aportando nuestro trabajo a la medición, registro, control y a la correcta presentación de los estados financieros según las normativas internacionales vigentes.