Escribe Manuel Polgatiz, Periodista y Comentarista Deportivo.
Hace un par de temporadas atrás, un entrenador que no dejó huella alguna en O’Higgins, calificó a un goleador de extirpe, como «viejo». Se opuso a su contratación y trajo a uno de su corral, esos que vienen adosados a la fuerza por unos morlacos demás.
Sin embargo, ese centro delantero, de no mediar lesión, seguía inflando redes semana tras semana en el campeonato del fútbol chileno. Y no hablamos del último gol en una goleada amplia y exuberante, sino más bien de conquistas frente a equipos de alta convocatoria, que marcaban diferencia y quedan en la retina de los hinchas que fueron testigos oculares de su juego.
Así las cosas y en los inciertos de la vida, esta temporada sin remecer el mercado ni mediar previo aviso, Roberto «Pájaro» Gutiérrez se puso la camiseta «Celeste». Tres partidos demoró para confirmar su capacidad que ya no está en entredicho. En 270 minutos y con la 22 en la espalda, demostró que el fútbol no se disputa con el carnet en la mano.
Esta hermosa disciplina se juega con las capacidades e inteligencia que brinda la experiencia. No es necesario correr 15 kilómetros por encuentro, si sabes utilizar los movimientos como eje en cada definición. El lunes ante Wanderers, Gutiérrez fue el hombre que desenredó un partido duro, complicado y confuso. Que tuvo trazos de decepción (primer tiempo) y corolario de alegría luego de obtener los tres puntos.
Ya habrá tiempo para subsanar los errores defensivos, la poca presencia de los volantes centrales y la escasa asistencia a los delanteros, que luchan por sí solos en líneas tan distantes que jamás les permiten asociarse.
Me quedo con Gutiérrez, 9 de área, como dicen los que ya pintan canas. ¿Por qué te demoraste tanto en llegar a Rancagua «Pájaro»?. Es obvio que no podrás jugar hasta los 50 pero aún tienes mucho que entregarnos.