Escribe María Esther Gómez de Pedro, Directora Nacional de Formación e Identidad Instituciones Santo Tomás.
Creo que nadie pondría en duda que nos iría mejor como humanidad si todos ejercitáramos más el pensamiento crítico y tuviéramos la capacidad de pensar correctamente para discernir entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso. Lo mismo pensó un tal Sócrates en la antigua Grecia, y sus discípulos, uno de los cuales fue Platón, y el discípulo de éste, llamado Aristóteles, y tantos más a lo largo de los siglos, como Catalina de Alejandría, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes, Kant, Husserl, Hanna Arendt o Edith Stein.
Se dedicaron a ejercitarse en la búsqueda racional de respuestas a grandes interrogantes, muchas de las cuales siguen vigentes, como el sentido de la vida y el logro de la felicidad, la causa del mal moral, cómo nos afecta el uso de nuestra libertad, el rol de la ciudadanía y la amistad en la vida social, la práctica de las virtudes o de su contrario, los vicios y su influjo en la personalidad, la conciencia moral, el correcto discernimiento entre el bien y el mal, la existencia de Dios, etc. En todas esas búsquedas se pretende conocer lo que somos y la esencia de lo real – que es más amplio que lo empírico –, pues muchas cosas como las ideas, la libertad o el amor no son tangibles, y no por eso negamos su existencia ni que las podamos conocer.
La filosofía, hasta el día de hoy, ha dado forma a muchos de esos caminos y búsquedas que tienen en común algo que compartimos y nos hace un poco filósofos: el amor a la verdad. Nunca la agotaremos, porque la verdad, en todo caso, nos posee, no la poseemos, por eso la descubrimos como algo que se recibe y no depende del capricho, consenso u opinión, y que nos perfecciona, como dice Tomás de Aquino, gran teólogo y filósofo: “La perfección de la inteligencia está en conocer la esencia de las cosas”.
En el marco del día mundial de la filosofía, que se conmemora cada 21 de noviembre, agradezco a quienes siguen esa búsqueda contagiosa de la verdad, quizás a hombros de gigantes, y espero que nos ayuden a ser más humanos.