Señora, no mienta

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Escribe Armando Miño Rivera, Periodista Independiente y Docente Universitario (Lima – Perú).

Recuerdo con nostalgia las veces que mi buena madre me llamaba la atención. Era inmutable que por cada mirada mal dirigida, el no estar atento a lo que me indicaba o simplemente no escuchar a tiempo la consigna para ir a comprar o hacer tal o cual quehacer, zasssss, me cayera un manazo –en el mejor de los casos-, o que hiciéramos deporte, cruzando la casa de cabo a rabo, practicando para una maratón. Mi madre era Ben Johnson.

Esas travesías a lo largo de los tres pisos de mi antiguo hogar, escapando de mi mala suerte para no ser alcanzado mi viejita, me ayudaron a ser mejor persona. No sé si lo seré, pero creo, me acerco bastante. La educación, formalidad y buenas costumbres empiezan en casa, muchas veces con bastante rigor, otras con amor, otras con la costumbre. Otras, en mi caso, con el látigo.

En estos días, los medios locales e internacionales dieron cuenta del viaje (para muchos ilegal) de la presidenta Dina Boluarte, quien frente a la 78° Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en New York, dirigió -como muchos mandatarios y personalidades que pisan ese recinto- un discurso. Estos suelen resaltar los resultados de una gestión, hace ver bondades o temas álgidos, reclamos o asuntos graves que deben resolverse. Todos pueden tener tribuna frente a los asientos de los representantes de diversas naciones.

Pero doña Dina, en una alocución casi delirante, señalando logros, casi hazañas de estos meses en que asume la presidencia, ha tratado de engañar a tutilimundi. No señora. Parece que Boluarte vive en otra galaxia, en un mundo paralelo, casi como el Doctor Strange, que puede darse el lujo de ir a la dimensión espejo. Señalar que ha estabilizado el país, que los peruanos están más seguros, que la economía va en crecimiento, que las instituciones son más fuertes que nunca o que se brinda respeto e igualdad, fomentando la igual derechos y escuchando a todos los pueblos, me pareció como mínimo, una desfachatez de su parte.

Días antes de ir –de contrabando con una norma a la medida para hacer gobierno “online”- a la asamblea, indicó que los muertos se habían auto eliminado, que las protestas eran de personas que no querían que el país avance, que quienes reclamaban casi eran resentido sociales. Junto a un congreso que juega en pared, se está tumbando la Junta Nacional de Justicia, puso a un defensor del Pueblo más que cuestionado por su pasado cerronista, ha ido ya contra el Jurado Nacional de Elecciones y el camino indica que el Tribunal Constitucional es el siguiente.

Parece que a Dina no le basta con mentir sobre un libro cuya autoría es casi nula (plagio por doquier), un mensaje a la nación en el que copió a un presidente sureño y ahora esto. Creo que sus padres no le enseñaron que mentir no es correcto, jamás jugaron a la chapada o chancletazo, ni tampoco corrió ninguna carrera de 100 metros. Nunca tuvo un Ben Johnson detrás.