Estudiantes de sede Rancagua estuvieron en la comuna de María Pinto apoyando la construcción y mejoramiento de viviendas para familias de escasos recursos.
Durante una semana de sus vacaciones, 10 estudiantes de diferentes carreras de Santo Tomás Rancagua pusieron manos a la obra para apoyar a familias de la comuna de María Pinto, en la Región Metropolitana. Junto a sus compañeros de las sedes San Joaquín y Curicó, tuvieron que cortar madera, hacer instalaciones eléctricas, poner filtros en paredes y techos, y otras tareas para construir y mejorar viviendas.
Los trabajos voluntarios son una tradición en Santo Tomás y se realizan en distintos puntos del país durante las vacaciones de invierno y verano. Algunos de los estudiantes se han repetido la experiencia, como Camila Videla, quien nos cuenta que en María Pinto junto con su cuadrilla trabajaron en dos viviendas, pero para la última tuvieron sólo un día para reconstruir la pieza de don Samuel, de 83 años: “Fue muy triste verlo sólo con la compañía de sus perros. Cuando entramos a su pieza vimos que era increíble el frío que hacía y nos dijimos ‘hay que hacerlo’. La sonrisa, lágrimas y los abrazos que él nos dio, hizo que todo el cansancio, dolor de cuerpo y desmotivación desaparecieran”, cuenta la estudiante de Técnico en Odontología.
Por su experiencia previa, Lorena Manríquez, estudiante de Psicopedagogía, fue jefa de comunidad y ayudó a la señora María y a su esposo: “Eran personas de la tercera edad, con un sinfín de problemas económicos y de salud, pero a pesar de todo sonreían y se demostraban su amor, su lucha por salir adelante ante la adversidad y seguir siempre juntos”.
Voluntarios primerizos
Marcela Sepúlveda, estudiante de primer año de Servicio Social, cuenta que quiso participar del voluntariado para que sus dos hijos se sintieran orgullosos de verla ayudar a los demás. Y en esta oportunidad, le tocó apoyar a otra mamá: “Ella decía que quería que sus hijos estuvieran en una casa calientitos, pero lo contaba con pena porque su casa no estaba aislada y ellos andaban abrigados todo el día, pero con nuestra ayuda ahora iban a poder andar con calcetas y seguir calientitos”, relata.
Miguelito fue uno de los niños de María Pinto que pudo reacondicionar su pieza gracias a la ayuda de Rodrigo Alarcón, estudiante de Ingeniería Agrícola, quien también se unió por primera vez a los trabajos voluntarios: “En su caso, teníamos que hacer cielo y pared porque pasaba frío, no tenía nada que lo protegiera. Fue agradable darle ese apoyo para que pudiera estar mucho mejor, saber que lo ayudamos porque él realmente lo necesitaba”. Es por eso que los voluntarios coinciden en recomendar esta experiencia y ya están ansiosos por poder representar a Santo Tomás Rancagua en los trabajos de verano.