Se ve en la calle

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Escribe Armando Miño Rivera, Periodista independiente y docente universitario.

Calcular la vulnerabilidad de las personas, según algunos factores y variables científicas, debe ser un arduo trabajo para los investigadores. La calle podría fungir de campo de experimentación y seguro habría grandes resultados. En ocasiones no se necesita, sin embargo, hacer números complejos, solo mirar un poco, un poquito nomás.

Los hospitales están saturados, pero las entradas a ellos, sus pasillos, también. Ancianos, adolescentes, adultos, niños, se han convertido en pequeños ovillos de lana humanos, amontonados en la calle, en la puerta de los nosocomios y las escaleras. Pareciera que es una película de terror, al estilo 80, pero no. Es real, demasiado.

Las diferencias abismales entre una clase social acomodada y las zonas pobres de Lima, pues aquí vivo y lo palpo, son increíblemente enormes. Cuando me hablaban de la mejora macro económica pensé -era un adolescente y luego joven iluso- que se trataba de una torta que se repartía de forma equitativa, más horizontal y justa. Esa macroeconomía justa, que haría de mi país un lugar mejor, la Suiza Sudamericana, no se palpa. Los pobres cada vez más pobres, los ricos cada vez más ricos. Y ojo, de izquierda, derecha y centro hay, de todos los colores y gustos. Chúpate esa mandarina.

No hay que hacer cálculos, malabares o sacar diez estudios de una universidad prestigiosa para darse cuenta: cuatro expresidentes en juicio, uno preso, otro fugado, uno muerto, el otro libre, pero por poco. Todos ellos han sido los culpables en mayor o menor grado de lo que vemos en estos días: faltan hospitales y centros médicos bien equipados, carreteras correctamente construidas y duraderas, colegios que no se caigan a un año de su inauguración, centros deportivos y de recreación para los niños y jóvenes, maestros y médicos mejor pagados, gasto público en zonas vulnerables, mayores impuestos a quienes ganan más y menor a quienes cobran menos. Y repito, una educación empoderada, igualitaria, de alta calidad en centros estatales, con maestros capacitados siempre, en valores y destacando, premiando lo correcto. La educación 360: conocimiento-valores-ética-capacitación, esa que nos puede sacar de esta crisis moral y que se ha enquistado en nuestra sociedad, esa educación es la que necesitamos urgente. 

Esperemos uno de los candidatos se anime a ejecutarla.