Escribe Dr. Nicolás Gómez Núñez, Sociólogo y académico Universidad Central.
Cada día que pasa y de distintas formas, el coronavirus se hace parte de la convivencia. Desde esta situación, las disciplinas de las Ciencias Sociales y las Humanidades ponen a disposición diversos estudios para entregar lo más rápido posibles resultados que cooperen con las políticas públicas o con acciones de los actores privados. El ofrecimiento que hacemos es tributario de la conferencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales sobre COVID19, y de los aportes en la reunión con la SEREMI de la Macrozona Centro (Coquimbo-Valparaíso) del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. De los ocho niveles desarrollados, destaco tres que pueden entregar luces a lo que estamos viviendo:
1) Las convivencias han sido afectadas, ahora habitantes de espacios poco habituales para las anteriores rutinas, hemos improvisado relaciones con artefactos para trascender este recinto. Esta convivencia invita a indagar sobre el tratamiento que le damos a las personas que tienen “el virus” y su representación colectiva. Otro aspecto, cómo se va a compatibilizar el acceso a los servicios vitales con su ubicación en mercados controlados por empresas con fines de lucro. La hipótesis puede ser: el ejercicio de la ciudadanía se aleja de las personas vulnerables, racializadas, marginalizadas y/o que no tienen acceso al agua.
2) Salud colectiva. El concepto emerge entre organizaciones funcionales y territoriales, u organizaciones de base comunitaria. Pero poco sabemos sobre qué es lo que hacen en el tejido social local, cómo se hace, qué generan esas prácticas colectivas y cómo se pueden extender a comunas rurales donde la distancia social es inherente o en barrios donde ese tejido está fracturado. Pensemos, por ejemplo, en indagaciones sobre el modelo de farmacias populares y sobre las cadenas cortas de comercialización que vuelven a reconectar las economías familiares campesinas con los diversos consumidores urbanos. Al mismo tiempo, indicamos que habrá que reconocer la realidad de los COSAM y CESFAM, para ver si reportan nuevos problemas a los que ya venían arrastrando.
3) Estado. Su realización en el escenario que habitamos está tensionada, debido a que sus funcionarios saben lo que tienen que hacer, al menos suponemos eso, pero no tienen las herramientas para hacerlas, es un estado subsidiario, externalizado y a honorarios. Por lo cual, es interesante indagar en esta suerte de no estado que ha aparecido más allá de las capitales regionales, también comprender el Estado en línea.
Continuaríamos con las matrices productivas del buen vivir, Posdesarrollo o decrecimiento; o simplemente abrir el debate sobre esta crisis civilizatoria. Al parecer, en otra oportunidad será.