Escribe Carmen Militza Buinizkiy, Gerente de Transformación Cultural de Olivia.
El escritor Víctor Hugo dijo una vez que no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo. Muchas de ellas esperan siglos, como esa que planteaba que la tierra gira alrededor del sol y que postuló Nicolás Copérnico unos 700 años después de que la planteara por primera vez el astrónomo griego Aristaco de Samos.
Así como el heliocentrismo, hay ideas tan poderosas que una vez aceptadas, cambian el entendimiento y las acciones asociadas a ellas y hoy lo que sabemos está permanentemente cuestionado por la ciencia y por la experiencia.
Esta década inicia con una serie de ideas sustentadas por la complejidad que están produciendo cambios significativos en el imaginario colectivo con el potencial de modificar nuestros estilos de vida, las cosas que valoramos y la forma en que nos relacionamos.
La igualdad de género, la urgencia de acceso a energía sostenible, el calentamiento global como una realidad, la existencia de una crisis generalizada de liderazgo y la tecnología como elemento de transición en el mundo del trabajo, en poco tiempo se han vuelto tendencias que están estimulando profundas transformaciones culturales.
Ahora mismo, las industrias enfrentan el desafío de transformarse sin mucha claridad sobre cómo responder de manera oportuna y efectiva a un entorno cada vez más desafiante en términos ambientales, tecnológicos, sociales y geopolíticos. A muchas de ellas les cuesta entender que pronto se verá muy mal consumir o producir a partir de combustibles fósiles o que antes de que termine esta década será inaceptable que haya un porcentaje inferior a 50% en la cantidad de mujeres que participan de una mesa de decisión.
El informe de riesgos globales 2020 presentado durante la reunión anual del Foro Económico Mundial clasificó el clima extremo como el riesgo con más probabilidad de materializarse, afectando la capacidad económica y productiva de los países.
Ante un contexto definido por estos indicadores, se hace necesario un cambio de óptica en la forma en la que analizamos las situaciones y tomamos decisiones. Una buena práctica es pasar de la gestión del “justo a tiempo” a la gestión del “por si acaso”. Al respecto, la empresaria británica Margaret Hefferman en su conferencia TED Las Habilidades Humanas que necesitamos en un mundo impredecible reflexionaba: “la experiencia no siempre será suficiente porque hay patrones, pero no se repiten de manera regular, por eso hay que prepararse para eventos que en general son ciertos pero que específicamente siguen siendo ambiguos como las epidemias. Sabemos que habrá más de ellas en el futuro, pero no sabemos qué, ni donde, ni cuándo. Eso hace que no podamos planificar, pero si podemos prepararnos”.
Prepararse ante el desafío de la incertidumbre pasa por desarrollar múltiples abordajes de solución para un posible problema, incluso para aquellos que lucen inverosímiles hoy. Esto requiere – entre otras cosas – estimular la experimentación, la curiosidad y la apertura al error.
Quizá la idea a la que por fin le ha llegado su tiempo es que son las habilidades no técnicas como la flexibilidad, la empatía, la creatividad, el sentido del humor, la solidaridad y el poder de otorgarle un significado profundo y movilizador a lo que hacemos lo que nos ayudará a salir adelante en las condiciones más difíciles. Como la flor que se abre paso en el asfalto y aparece en el medio del camino prevaleciendo contra todo pronóstico.