Escribe Hugo Covarrubias, Académico Carrera de Trabajador Social, Universidad Central.
En una democracia sólida y robusta no debe existir la primera línea, por lo tanto la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo y por qué estalló en Chile y cada día, pone a prueba a los servicios de seguridad del Estado?
Cuando existe ambivalencia en nuestras autoridades políticas se generan espacios para la germinación de violencia, desde el entendido que este fenómeno social está marcado por reivindicaciones justas, y es producto del abuso de poder de los agentes del Estado, quienes por Ley están llamados a “resguardar” el orden público en el país.
Sin embargo, la violencia solo favorece a los extremos ideológicos, que socavan y destruyen lo que la mayoría de los ciudadanos quieren construir, esto es un nuevo orden político, económico, social y cultural.
¿Es posible avanzar hacia un ordenamiento social para construir en el caso del apruebo en el plebiscito del 26 de abril una nueva Constitución? Creo que estamos preparados para esto, y debemos comprender que las crisis, siempre son un peldaño para ello.
No debemos caer en el miedo al cambio ni aparecer vulnerables a los mensajes masivos de violencia y delincuencia que nos muestran los medios, sino que tenemos que dialogar, informarnos sobre los procesos y estar disponibles al debate público.
No podemos estar cautivos de la violencia, sino que es imperativo tomarnos los espacios para volver a la conversación y ejercer nuestro compromiso por un nuevo Chile, sólo así derrotaremos a quienes quieren criminalizar el movimiento social y a quienes vandalizan la protesta, afectando la convivencia social.