Y la culpa no era mía

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Escribe Alejandra Riveros Martínez, Académica Escuela de Gobierno y Comunicaciones, Universidad Central.

Ámbar, Margarita Ancacoy, Xaviera Rojas, Isabel Álvarez. Cuatro mujeres asesinadas. El cuerpo de Xaviera fue encontrado en un canal en San Bernardo. El de Isabel, en Cuesta Barriga. Ámbar, una niña de solo un año y medio, fue violada y asesinada por su tío; y Margarita, camino a su trabajo, asaltada, brutalmente golpeada y asesinada. Todas agredidas por hombres, ya sea desconocidos o por quienes fueron sus parejas.

Según cifras del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg), en lo que va del año, 44 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas. No obstante, 102 son los casos de mujeres cruelmente maltratadas y cuyos asesinatos se vieron frustrados.  La cifra es más estremecedora: más de 500 las mujeres han sido asesinadas por sus parejas en la última década. De ahí que los esfuerzos de distintas organizaciones se han focalizado en sensibilizar y concientizar sobre esta cruda realidad para transformar comportamientos arraigados socialmente, donde siguen primando miradas patriarcales sometiendo a las mujeres a un poderío hegemónico.

Las mujeres son foco de maltrato permanente, independiente que el responsable de esa violencia sea alguien tan cercano como sus parejas.  Mujeres y niñas son amenazadas de manera constante por hombres que abusan en todo sentido, ya sea en lo  físico y psicológico, pero también en medio del silencio, ejerciendo una fuerte violencia simbólica. Por eso que el canto de “Las Tesis”, difundido por todo el mundo, tiene tanto sentido en miles de mujeres. No ha importado el lugar geográfico, ni la lengua, ni las edades, ni grupos socioeconómicos. El discurso de este “himno” ya verbalizado por una cantidad inmensurable de mujeres, expone y grafica el peligro al que son expuestas, sometidas a opresión, donde todo lo que les rodea suele ser adverso y cuestionador de la libertad y la autonomía como ser humano.  

“Cargar con la culpa”, ha sido un sentir histórico de las mujeres. Por eso, el canto con los ojos cubiertos, simulando la opresión han debido soportar a lo largo de la vida y señalando a los verdaderos culpables de tal abuso, resulta ser liberador, transformador e incita verdaderamente a eliminar tanta rabia contenida y tanta tristeza reprimida. Es conmovedor escuchar y ver a miles de mujeres liberadas, sintiendo que la culpa definitivamente es de otros y no de ellas. Y es que lo que hace el canto de “Las Tesis”, es decir basta ya a la impunidad y al abuso histórico al cual las mujeres se han visto sometidas. Por Ámbar, Margarita, Xaviera, Isabel; por las que ya no están y también, por todas nosotras.