Una bofetada al buen momento

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Escribe Manuel Polgatiz, Periodista y Comentarista Deportivo.

Más de 7 mil personas en las gradas (quizás una de las mejores asistencias en el año). Día tibio sin obligación de primeras capas ni calzoncillo largo. Entradas rebajadas a la mitad y accesibles incluso para los no hinchas celestes. Horario post siesta en domingo con escaso panorama.

O’Higgins en la tercera ubicación, como hace mucho no ocurría en un torneo nacional y con la posibilidad de meterse segundo si Colo Colo pensaba más en el récord de Paredes, que en el partido con Cobresal (que terminó cediendo). Sin embargo, todo ese auspicioso panorama quedó en el olvido cuando terminados los primeros 45 minutos, el equipo local ya caía por dos tantos a cero.

En medio del encuentro un justo premio para el ex defensa rancagüino, Juan Fuentes, no sirvió para elevar los ánimos de los fanáticos, que iniciado el complemento, otra vez observaron al portero Ureta caminar cabizbajo a su propia puerta para recoger el tercer y definitivo gol forastero.

Surgieron así, nuevamente los fantasmas de Antofagasta. Se veía venir el saco lleno, la vergüenza y la desilusión. Pero nada de eso ocurrió, aunque el despertar fue lento y sin sentido. Los protagonistas estaban desconectados y con miserables ganas de dar vuelta el marcador. Las líneas desacomodadas y ampliamente distantes, impidieron hilvanar jugadas de eventual peligro. Los delanteros se aburrieron de quedar fuera de juego y la defensa abierta en el centro, posibilitó sin oposición las tres llegadas y los tres goles de Huachipato.

Un equipo tan bipolar como O’Higgins, con ese despliegue y nulo arrepentimiento, no puede pelear más arriba, porque desnuda infantilmente sus errores. El sueño de una mejor campaña está lejos del objetivo cuando éstos se derrumban por falencias tácticas y técnicas. El techo de rendimiento es probable que ya se haya alcanzado y eso no deja de ser un problema y una desilusión. Se volvieron a sacar el overol y lo cambiaron por un fino traje burgués, que en el fútbol solo sirve para llegar a la fiesta pero no es eficaz para pelear en la batalla de los 90 minutos.

Una bofetada al buen momento, que entierra la quimérica opción de estar en Copa Libertadores. A recuperar la humildad, entiéndalo bien!.