Escribe Dr. Fernando Castillo, Académico-investigador Universidad Andrés Bello, Sede Viña del Mar.
Hace un par de días, fuimos testigos de la reunión entre Kim Jong-un y Donald Trump en la zona desmilitarizada de la frontera intercoreana. Hecho histórico, pues se trata de la primera vez en que un presidente estadounidense cruza esta frontera establecida en 1953 (tomando como línea fronteriza el paralelo 38º de Latitud Norte).
Para algunos, una escena más mediática que efectiva y para otros, el reinicio de las negociaciones entre Washington y Pyongyang. Sin embargo, más allá del simbolismo del acontecimiento o del impacto comunicacional del mismo, lo importante es que si en esa reunión, que duró un poco más de una hora, se logró reiniciar las negociaciones referidas a una desnuclearización de Corea del Norte.
Conversaciones que estaban suspendidas desde febrero pasado cuando ambos mandatarios se habían reunido, pero sin éxito, en la cumbre de Hanoi.
En este sentido, es válido cuestionarse más allá de todas las interpretaciones surgidas si este hecho significará un paso importante para bajar la tensión que existe en la península de Corea y más importante aún, para no tener que repetir, por diversas circunstancias, lo sucedido en Pripiat un 26 de abril de 1986.
Lugar víctima del peor desastre nuclear de los últimos tiempos y que hoy en día está más fresco que nunca en nuestra memoria gracias una serie de televisión que logró dimensionar, a escala humana, el impacto de lo que sucedió y lo que pudo haber sucedido a nivel mundial.