Con-vivir en la comuna

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Escribe Daniel Sánchez, Académico Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central.

Todos habitamos en alguna comuna. Muchos llegaron con sus familias a construir la vida y habitar en un suelo que, por casualidad, les tocó morar. Nadie es dueño de la ciudad ni menos de un sector.

Hoy pareciese que vivir en Las Condes resulta un signo de estatus, de mejor valía o alcurnia pero tal situación es inventada y sus argumentos son evidentemente falsos.

Desde hace un tiempo, la zona se ha plagado de edificios afectando el espacio y la calidad de los servicios. Son tantas personas viviendo en pocos metros cuadrados que es difícil encontrar la cálida brisa de invierno. Pero a muchos no nos  importa quien llegue a con-vivir, la ciudad nos pertenece a todos y cada cual es libre de vivir donde desee. Nuestra tarea consiste en aceptar el arribo de todos.

Por ello, las iniciativas del alcalde Joaquín Lavín pereciesen ir en la senda correcta; una ciudad que se abre para todos y una comuna que permite la integración de cada persona. Pensar que la construcción de “viviendas sociales” podría traer infortunios a la comuna resulta cavernario y torpe.

Chile ha avanzado mucho en agendas de igualdad e inclusión sea laboral, sexual y racial. No ha sido fácil caminar por una senda que abre las puertas a una mirada más inclusiva y horizontal pero la discusión urbanística pareciese que ha llegado de manera inesperada.

En Las Condes, la eventual llegada de estas “viviendas sociales” no viene sino a demostrarnos una vez más que es necesario construir comunidad. Nos obliga a mirar (al fin) al prójimo como legítimo y comprender que desde esa otredad es posible avanzar hacia una real madurez cívica.